28 de abril de 2005

Dominó

Unas cuantas voces, distantes, ajenas.
Apenas murmullos: infanticidio de un tulipán extinto.
Las fichas oscilan sobre la mesa; el ritmo de
la belleza no está en la forma de los nombres sino
en el artificio de sus creadores.

Quince años han pasado desde la última jugada.
Los socios se encuentran de nuevo, frente a
frente, los tequilas y las chelas se van evaporando.

Se acuesta la mula
de seises: el juego se ha
cerrado.


La traducción contra la versión del poema original. La trasposición de sentidos contra la permutación de significados. La colocación uno a uno o la dispensación de unas cuantas frases en aras del sentimiento general. Casi imposible, un gusto infinito. Podría quedarme escribiendo toda la vida; sin embargo, me contengo ante el temor a no levantarme mañana para cumplir con mis deberes que no diferencian en nada mi existencia o falta de ella. El poema no es más que la recuperación, cuasi-fotográfica, de un instante, la aferración a la extinción del tiempo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario