Dejé que el tiempo me ganara; pasos en la oscuridad, huellas en la arena. Las cosas han de decirse como son: la realidad es la mejor metáfora o, al menos, la más impactante. Uno va construyendo el escenario adecuado para su actuación. El rol es leído una y otra vez hasta que pueda asegurarse su comprensión.
La madrugada se ha apoderado de mí. Ya no me es posible continuar con el sueño. Imposible. Ahora, la vida, según la he vislumbrado: la escritura como modo de seguir, como motivación y pretexto para justificar una fútil existencia. ¿La poesía? De esa ya hay mucha, demasiada; bastante poca que en verdad valga la pena.
Facciones
De un punto a otro, la
vida se va haciendo menos.
Te miras al espejo, sobresaltada, una
calurosa mañana de abril: tus facciones
se han ido concentrando en los pliegues de
tus ojos que miran como si ya hubiesen mirado
todo lo que ha de ser mirado sin embargo sin mirar
apenas la distancia entre el eterno morir y el vivir permanente.
No he entendido muy bien el rollo de la literatura potencial. ¿Lo de arriba podría ser un buen ejemplo?
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