Acoso sexual

La ficción tiene su lado bueno, prueba que las decisiones del espíritu y la voluntad priman sobre las circunstancias. El verdadero lugar del nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros.
(Marguerite Yourcenar. Memorias de Adriano)

Demi Moore, en su buenos tiempos, allá por el 86 –sueno como un vejete recordando a las divas de su juventud, lo sé–, protagonizó un film con uno de los Baldwin –cómo diferenciarlos, si son todos iguales–, en el que el patrón acosaba sexualmente a su empleada, en este caso la guapísima y voluminosa Demi. No recuerdo si la película era buena o mala; ella estaba guapa. Aunque casi estoy seguro que es una pésima película, artísticamente hablando, ya que en un zapping por casualidad, se le puede encontrar en el canal del cable con menor rating. Ya casi 20 años después –no puedo estar hablando de este tipo de recuerdos, ¿o si?–, escucho la misma historia pero a la inversa y sin la coerción de la línea burocrática. Juan ha venido a tomar unos vodkas a mi casa. Me contó cómo hay una mujer, compañera suya del trabajo, con quien se estaba acostando. (Cabe mencionar que Juan sufre de una enfermedad o trastorno llamado Donjuanismo, que no es, como muchos pensaran, algo envidiable). Resulta que esta mujer le declaró su amor, advirtiéndole la posibilidad de asustarse. Y vaya si se asustó días después al observar el comportamiento de la acosadora. Para muestra, un botón: el domingo amaneció como a eso de las 11, se levantó y salió a comprar el periódico, caminando al puesto de Morelos y Américas. Por lo corto de la distancia, decidió dejar el celular. Al regresar encuentra el siguiente mensaje: “No choque pero estoy en la puerta de tu casa. Me abres? Necesito cafe”, junto con dos llamadas de Karen, la mujer en cuestión. Se sentó a leer sus periódicos, a tomar su café dominical y a revisar los correos pendientes por mandar. A las dos de la tarde, salió a comer con D, quien había enloquecido la noche anterior, echando por la borda su matrimonio de cuatro años. D estaba viviendo en la casa de su madre, adaptada a manicomio temporal. Cuenta cómo su mujer lo corrió de casa, al llegar borracho a las 6 de la mañana –evento bastante común para la juventud, el de llegar borracho; bastante común para la adultez, el de ser corrido por la esposa–, y de ahí comenzó con sus delirios, euforias y aires de grandeza, hasta caer, voluntariamente a fuerzas, en manos del loquero y su poder apaciguador a base de pastillas mágicas. Después de la comida, fueron al Sorbo del Café, so pretexto de agarrar ranflitas, deporte favorito de su primo Tom, cuando tenía el Shadow deportivo, y se ofrecía a dar un aventón a las susodichas, buscando un roce, faje o caricia por ahí. Después del café, Juan se fue a su casa, donde habría de encontrarse con otro de sus amigos, parte de un conjunto disjunto al anterior, quien, posiblemente, también se habría separado de su mujer. Y dicho y hecho, al llegar al departamento y encontrarse con V, se entera de la noticia: la mujer lo ha corrido de la casa. Deciden ir a ver La Casa de los Cuchillos Voladores a Cinepolis para apaciguar la conciencia y recordar lo bello que es el camino del guerrero, como el mismo V se expresó al salir. Después de cenar un Subway –y sólo me falta un sello para que me regalen uno, dijo Juan emocionado–, volvieron en la camioneta de V a la casa de Juan. Se despidieron con un abrazo. Juan entró y encontró en la pantalla de su celular 16 llamadas perdidas y los siguientes mensajes:
“Me invitas un cafe? No voy a pelearte. Estoy en la puerta de tu casa.”
“Por qué haces esto? Es muy facil bajar y abrirme, juan…”
“Es la primera vez en mi vida que le ruego a un hombre para que me abra la puerta… Te sientes mejor?”
“Si quieres conservarme cerca, habla conmigo o al menos ten el valor de decirme que no me quieres ver… Ya me canse de jugar a las escondidas… Y tú?”
“Los amantes no se dejan asi… Al menos se despiden… Quieres q me vaya o no? Necesito hablar serenamente contigo… Pero no puedo esperarte toda la noc”
“he”
Como pude darme cuenta, era todo un discurso de alucinación de la mujer ésta. Mi amigo tuvo el atrevimiento de enseñarme los mensajes, debido a lo asustado que estaba por la actitud de Karen. A mi me recordó el miedo que sentía Demi al ser acechada por su patrón. En este caso, el acoso era a la inversa: una mujer que supuestamente lo quería, no lo dejaba en paz. La pregunta obligada sería: y el hombre, ¿a dónde se puede ir a quejar? Y si existe tal lugar, ¿le creerían? Supongo que los oficiales de este sitio le dirían: usté no le haga caso, y échesela por la noche, o algo así. Qué bien se veía en las fotos en que posó desnuda cuando estaba embarazada, ¿no?