¿Será el calor el que está causando tal nivel de estupidez en nuestra linda Perla de Occidente? A mi me gustaría creer que sí (o por lo menos me tranquilizaría un poco). Y no es algo personal porque loco, yo ya casi estoy. Lo veo en la calle, con los amigos, en el trabajo –que ya pronto dejaré en aras de una supuesta vida mejor, o no mejor pero distinta. Este fin de semana fue el record: mis últimos dos amigos que aún seguían casados o juntados, se separaron. El viernes, un conocido de la fiesta chocó estúpidamente fuera de mi casa: se abrió para dar la vuelta y, al virar para estacionarse, lo golpeó un Tsuru con una mujer medio borracha. Por supuesto, en unos minutos llegaron los amigos de ella e hicieron gran alboroto. Yo mejor me metí a mi depa, a seguir lidiando con las canículas estivales, ayudado de uno vodka tonic, recurso infalible contra el calor.
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