En nuestros tiempos, la muerte viene revestida de estupidez, de estragos económicos mas que morales. Uno se preocupa por lo remanente y no por lo que se fue. Impredecible, imprevisible, fantásticamente serena, la muerte llega y no se va, permanece siempre en los otros: en el prójimo, en las faldas de la esposa, en los carritos del hijo, en la muñeca deshilachada de la ahijada. El muerto vuela; el vivo sigue rodando entre inmundicias, telones falsos y quasares invisibles. Si uno pudiera mirar hacia el más allá, ¿descubriría algo?
Viernes por la tarde: Chuy sale de trabajar con unas chelas dentro y otras compañeras, con riñas maritales y problemas económicos. Yo tomo el pretexto de la escritura para buscar amparo ante el dolor. Pide prestada la camioneta de la empresa, para hacer una mudanza, un traslado de camas, muebles y trapos viejos. Llega la noche, pasa el sábado; Chuy no regresa, el patrón preocupado por su camioneta. El lunes, nadie sabe nada; ni su mujer ni sus hijos ni el patrón. Chuy se ha perdido. Estaba peleado con la mujer y traía el dinero de la renta, se ha de haber ido de peda, dice uno de los trabajadores, como si experto en amores, dineros y escapes. Llega el martes. La esposa da el aviso: ha marcado al Semefo, donde le han dado la noticia: su esposo está muerto, ya sea porque se mató o lo mataron, muerto queda. ¿Y la camioneta? Se pregunta el patrón, más interesado en sus bienes que en las vidas ajenas. A final de cuentas, ¿qué lo verdaderamente importante? Si la muerte se va, ¿qué nos queda?
Viernes por la tarde: Chuy sale de trabajar con unas chelas dentro y otras compañeras, con riñas maritales y problemas económicos. Yo tomo el pretexto de la escritura para buscar amparo ante el dolor. Pide prestada la camioneta de la empresa, para hacer una mudanza, un traslado de camas, muebles y trapos viejos. Llega la noche, pasa el sábado; Chuy no regresa, el patrón preocupado por su camioneta. El lunes, nadie sabe nada; ni su mujer ni sus hijos ni el patrón. Chuy se ha perdido. Estaba peleado con la mujer y traía el dinero de la renta, se ha de haber ido de peda, dice uno de los trabajadores, como si experto en amores, dineros y escapes. Llega el martes. La esposa da el aviso: ha marcado al Semefo, donde le han dado la noticia: su esposo está muerto, ya sea porque se mató o lo mataron, muerto queda. ¿Y la camioneta? Se pregunta el patrón, más interesado en sus bienes que en las vidas ajenas. A final de cuentas, ¿qué lo verdaderamente importante? Si la muerte se va, ¿qué nos queda?
Si la vida se va solo tenemos recuerdos... que aveces atosigan y hunden.
ResponderBorrarSaludos
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra