23 de agosto de 2005

Remolino

La vida es un remolino; ni más ni menos que un remolino. A veces la tristeza inunda el cuerpo por completo; otras, la melancolía no lo deja a uno levantarse por la mañana ni acostarse por la noche. El remolino consiste en la inestabilidad, en el desorden de los elementos supuestamente bien definidos: nacimiento, escuela, trabajo, muerte, y todos esos otros intermedios que puedan agregarse. La prueba más fehaciente se encuentra en el hombre que se revuelca en la cama toda la mañana con tal de no levantarse: invoca sueños que, sin él quererlo, se convierten casi siempre en pesadillas. Y lo más interesante no es el sueño o la pesadilla, sino el remolino que lo confunde haciéndole creer que esas ilusiones son la vida en sí, por lo que decide no levantarse hasta llegar al punto máximo de sufrimiento: una lágrima en el ojo del lado sobre el que está acostado, un dolor de espalda insuperable, una cerrazón en la garganta o unas ganas incontrolables de orinar. Entonces, el remolino comienza de nuevo. El hombre se levanta, sólo para darse cuenta que la vida allá afuera ha seguido corriendo a pesar de él. ¿Y si no soy necesario para el flujo del mundo, para qué levantarme?, se pregunta mientras enciende la cafetera, el boiler, la laptop con el iTunes, la conciencia y sus grandes sueños del día anterior sepultados en una insoportable levedad –no, Kundera no es el único en cabilar sobe estos tejemanejes– del ser. El remolino continúa hasta el caer del sol, justo cuando renacen las ideas, los sueños, las ilusiones de una mejor vida, diferente, en otro sitio, siempre fuera, nunca aquí. Y entonces llega el momento de ir a la cama, pasan las horas y el hombre sin sueño, sin energía para dormir debido a que no está cansado de vivir, aunque sí lo está, pero sólo anímicamente. Entonces se revuelca entre las sábanas, intentando dormir, abandonar los sueños y las vidas y de nuevo vueltas y vueltas y ya después de un rato, cuando el colchón ha quedado pelón, la madrugada ha irrumpido y desarmado a la noche, el hombre se rinde, se abandona por un día más. Hasta que… vueltas y vueltas… el remolino ha de volver… ¿hasta cuándo?

2 comentarios:

  1. Anónimo6:43 p.m.

    Y la noria sigue girando... al menos aquí ya ha dado tres vueltas.

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  2. Y yo que pensaba que esas cosas sólo me pasaban a mi... está visto que soy de lo más común.

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