17 de junio de 2006

Frutos del mar

Domingo por la mañana; sábado por la noche en México. Desperté de un salto, tras la indecisión de escoger entre ceviche de pescado o camarón; ensalada de pulpo, cangrejo o calamar; hueva de pescado o marlin guisado. Me desperté y miré por la ventana. El sol apretujado entre las nubes no se anima a dar un paso en firme y decir: aquí estoy. Allá en mi tierra, el calor debe estar como el mismísimo infierno, según términos de la mamá del gc; acá tenemos la calefacción de la recámara -o cuarto, me gusta más el término que indica separación- y la sala prendida siempre que estamos aquí.
No iré a los mariscos. A pesar de vivir en una ciudad que tiene mar, la gente parece no estar acostumbrada a comer los frutos del mar -otra vez, me gusta el término del francés, ya que marisco no me dice mucho- mas que a empanizar unos cuantos filetes de pescado y servirlos con papas fritas: el fish & chips tradicional, envuelta en papel, que antes era uno hoja de periódico.
Pero si iremos al festival de las culturas emergentes en Fitzroy. Y acaso deglutamos algo de los frutos del mar, acaso calamares empanizados. Allá lo fresco; acá, empanizado.

1 comentario:

  1. Anónimo3:51 a.m.

    Que usted lo paladee bien.

    " A pesar de vivir en una ciudad que tiene mar, la gente parece no estar acostumbrada a comer los frutos del mar" Por aquí a esa actitud, se le suele aplicar el siguiente dicho: "En casa del herrero, cuchara de palo"

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