23 de junio de 2006

Gabriel

No el que se chingó al dragón ni el que sacó su espada en llamas y alejó a Lucifer. Mas bien, el de Realworld, el que viaja por el mundo y recopila la conciencia colectiva mediante el sonido. Ondas con una cierta estética. Las ondas, también, son mi objeto de estudio, sólo que yo estoy interesado en aquellas que conservan su forma a lo largo de su trayectori: ondas solitarias que viajan sin deformarse.
Y por qué citar a Pedro, no el de la primera piedra -y aquí el Dieguito ya estaría diciendo: ya te vas a poner bíblico pinche Omarcito- sino el de las canciones y soundtracks -cómo chingados se diría en español, banda sonora? Lo siento, no me gusta el término- tan significativos a lo largo de ya una década en mi caso.
Las películas: The passion, donde se muestra a un Jesus -no jesusito el de Zacatecas sino el de Nazareth, pueblo que hoy día nada tiene que ver con el de los nacimientos que ponen las familias católicas en México, según me cuenta Moono, quien está casada con un israelí y ha tenido oportunidad de andar por allá, por la franja de Gaza- doliente, más humano y con la capacidad de elección, virtud que viene con la vida misma, don otorgado por el mismísimo dios de las alturas a Adán y Eva al mostrarles el árbol del que no habrían de comer, mismo que en estos tiempos los pinches gringos se quieren atascar, ubicado entre el Tigris y el Éufrates -si, la mismísima Bagdhad señores, fuente del esplendor y la riqueza de la humanidad, del Paraíso Terenal, del imperio Persa, la biblioteca de Alexandría, Babilonia, etc. etc. Un Jesus que decide y opta por la vida normal de cualquier ser humano, con esposa e hijos... sacrilegio, hasta que salen los del código da pinchi, pero esa es otra historia.
Rabit Proof Fence, la historia de unos hermanos aborigenes australianos que son separados de su famila por las pinches leyes que los ingleses quisieron imponer en Australia para supuestamente darles una nueva y mejor vida, convirtiendoles en blancos, tanto como fuera posible. Hablar sobre este tema me llena de rabia, sobre todo cuando voy en el tram 86 y, fuera del Safeway de Smith St. veo a una bola de aborígenes borrachos, cayéndose y peleando, humillados por la tiera que les robaron...
Y las canciones, o ciertas líneas que me acompañan siempre: Don´t give up; moving out, looking for a place to live; I grieve... but life carries on; red rain is pouring down; in your eyes...

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