Es imposible no hablar -o más bien escribir- acerca de lo que uno piensa. O, mejor dicho, es bastante dificil hablar sobre otros temas que no estan en la cabeza de uno. Vaya estupidez. Estúpida pero cierta. Durante los últimos meses he ido llenando mi cabeza de invariantes, objetos matemáticos que permanecen iguales después de cierta transformación. Y, pá que chingados, se preguntarán. Acaso por el puro gusto de andar haciendo pendejadas? Quizáz. Es un esfuerzo por atrapar el caos, no solo el matemático, el de dependencia a valores iniciales y transitividad, sino el de la cabeza, el de la vida y su sentido.
Al mismo tiempo, confieso mi naciente interés por la política. Acaso la estupidez en la que me estoy sumiendo y la inutilidad de los posibles resultados matemáticos me estén llevando a querer otra de las profesiones inútiles por excelencia: la de diputado, senador o cualquier pendejo hijodeputa que ocupe una banca por solo unos cuantos miles de dolares.
Al mismo tiempo, confieso mi naciente interés por la política. Acaso la estupidez en la que me estoy sumiendo y la inutilidad de los posibles resultados matemáticos me estén llevando a querer otra de las profesiones inútiles por excelencia: la de diputado, senador o cualquier pendejo hijodeputa que ocupe una banca por solo unos cuantos miles de dolares.
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