Había olvidado registrar las fechas en el rutinario. Acaso los días de han prolongado, estirado y colapsado de tal manera que, ahora, es imposible distinguir entre un martes, viernes o domingo. O casi.
Por primera vez desde que llegué a Londres me doy cuenta de la lentitud y tonos grises del domingo. Hoy es fiesta nacional en México: 20 de noviembre, aniversario de la Revolución Mexicana –con mayúsculas por única aunque no haya sido, a mi parecer, una verdadera revolución sino un tumultuoso cambio de manos e intereses.
He comenzado a extrañar Guadalajara, lo confieso. He estado cargando esta melancolía y sentimiento de exilio los últimos días. Puedo pasar días enteros sin tener una conversación decente. Cualquiera de los temas de mi interés parecen absurdos, lunáticos o aburridos para aquellos con los que, ligeramente, logro tener contacto. Para este círculo, no hay espacio ni tiempo para la literatura, el buen cine, el arte, la ciencia y las matemáticas. Un vacío de saberse en otra vida que no es la propia les envuelve en una aureola de indiferencia.
Extraño mis visitas ordinarias al Cineforo, la cerveza escuchando a Bharaka en el Teu Lloc, las conversaciones de ciencia y literatura, las borracheras hasta no poder más en el Bar Calavera, la Mutualista y el Bar Américas. El café de la mañana junto con el Público –que no dice nada pero parece novela por entregas, de esas malas pero entretenidas–; el del mediodía, iniciando una lectura literaria o de matemáticas; el de después de comer, el de la tarde; el de la noche en compañía.
21 de noviembre de 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Traete la estatua de James McNeill para platicar con ella un día en el Don Luis.
ResponderBorrarJejejejejejeje.
ResponderBorrarChaval, no que Guanatos era de gente inculta y mocha, que nadie te comprendía y que eras un genio...
Pues nos vemos algún día.