Marcial Maciel, pederasta, determina el Vaticano

Por fin se chingaron al pinche viejo este. Y pensar que yo, durante la adolescencia, fui miembro del Regnum Christi. Y hasta recibí una invitación para ir un verano allá al seminario. Imagínense la cogida que me hubieran parado este cabrón -claro, si es que hubiera sido de su agrado.

Y los pinches legios que nomás no aceptan que ya se los chingaron.
Pero qué tiene de malo, si también fue bastante conocido el "Círculo de Cambridge" y las preferencias de los ateneos y gimnasiums en tiempo de los socráticos.

Yo tengo unas cuantas historias que contar de mis tiempos que conviví con ellos. Nada de abusos, porque nunca le entré de lleno -o dejé que me entraran- pero sí experiencias, recuerdos y demás. Entre ellos se encuentran mis visitas a la cárcel cada sábado, pero no como delincuente sino como encargado del apostolado que visitaba a los presos que necesitaban hablar con algún chamaco menso e ingenuo como eramos nosotros. Hasta fui a las Mega Misiones, a una región de Puebla, donde comíamos alimentos hechos para el ejército y tratabamos de evangelizar a ancianos de 80 años.

Más recuerdos: uno que otro amigo que resultó ser super falso; una charla sobre los orígenes del universo, cuando estaba en mis primeros años de la licenciatura en matemáticas, con un nuevo sacerdote, charla que terminó con la explicación de "la fe". Vayan ustedes a creer: la puta fe creo el universo.
El padre Juan Pedro Oriol, que jugó en las reservas del Real Madrid y fue mi confesor hasta que, la última vez que lo vi, meses después de volver de Vancouver, fui a platicar con él y, como me rehusé a confesarme, parece que ya no le caí tan bien.
Pero tienen cosas buenas: la casa donde nos reuníamos tenía alberca y mesa de billar.