23 de diciembre de 2008

Nostalgia Navidad

El deseo fue irresistible. Después de un par de entradas dedicadas a la caca, me hundo más en ella, lo acepto pero apelo a la nostalgia. Culpen a la Navidad, a la reminiscencias de un pasado supuestamente felíz, a la niñez que se ha ido, a la posibilidad de vivir la niñez, de nuevo, en los hombros de otro, creatura criada en una generación, a la cual me inscribo, que no sabe a qué sitio llamar hogar, que viaja según el deseo o la necesidad, de una esperanza que, ahora sí, el hogar sea la casa en la que uno habita.
Volviendo al deseo, a las ganas irrefrenables por hacer algo que, en mi sano juicio (o el que promulgo como tal) no haría (o no aceptaría que hago, aunque ahora lo esté haciendo), me declaro culpable de haber comprado, en la tienda electrónica de iTunes Australia, el disco de Timbiriche, 25: Vivo en Vivo. Yo buscaba la voz de aquellos chavales que hicieron mover mi cuerpo en las tardeadas de las kermesses del Vera o el Teresiano. No encontré tales grabaciones. Después de 25 años, no lo creo, Timbiriche también tiene nostalgia de Timbiriche, del pasado que fue presente, de la época en que México vivía (aunque lo sigue haciendo) una ficción sostenida en hilos que nadie jamás ha visto.
Hoy es Noche Buena, mañana Navidad.

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