4 de julio de 2009

Muñequeo

Hoy decidí romper las reglas del urbanismo y buenas costumbres, de las niñas bien y de los caballeros decentes. Hoy me levanté al mediodía, evité a cualquier costo bañarme, aunque la cabeza me picaba --aunque si me razuré, no sé que me ha dado últimamente por andar bien afeitado. Me preparé unos huevos con machaca, y me hice un par de burritos con tortilla de harina. Frijolitos negros. A medio calentar en el micro-ondas, también. El taco era tan gordo que sus contenidos se despilfarraban. O sea, los granitos de frijol, los jitomates cortados en trozos, la cebollita, el chilito y la machaca de res. Ya en el plato, la vista los contempló y se dijo, o me dijo o se dijeron la vista y mi mente: ¿y ahora qué hacemos con los trozitos? Pues aplícale el muñequeo, en honor a mi compadre. Y asi lo hice. No fueron dorados de barbacoa, mojados de con Lalo, pero la mugre se impregnó en la mano, el apetito se satisfizo, la sangre corrió de la cabeza al estómago. Ya rotas las buenas costumbres me dije a mi cabrón: cabrón, vamos a fumarnos una manzana. Dicho y hecho. Le di fuego; así es como escribiendo estas líneas ando. Qué ganas de ir a tocar tambores a Pinar. Compadre, ¿vamos?

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