21 de abril de 2005

Dos poemas de Hölderlin

Antes y ahora
Cuando era joven, era feliz de mañana
y de noche lloraba. Hoy, más maduro,
empiezo sin ánimo la jornada.
Pero las noches las paso calmadamente.

Es demasiado breve nuestra jornada: nacer,
abrir los ojos, admirarse y ya la tarde cae.
Nos adormecemos y pasan como estrellas
todas las eras de innumerables pueblos.

Sobre la escena local
Como hombre, me gustan las mujeres bellas. Y, viviendo en una ciudad que se distingue por sus mujeres, decido crear o asistir a escenarios donde la belleza pueda darse, donde la oportunidad de llevar a una mujer a la cama sea más factible. Mis ventajas: la soltería, una cama dispuesta a compartir por unas horas, acaso días, y un poco de conocimientos zalameros, apócrifos, alternativos, suficientes para dar el punto en una discusión. Como se darán cuenta, no es mucho. Por eso debo recurrir a la creación, al supuesto compartir de gustos. De repente, por ahí, llega una buena idea, como en broma, como no queriendo. Si he decidido incursionar en los eventos públicos, es por ellas, y por mi falta de televisión, razón por la que me aburro “hasta la muerte”. Hace un año inicié con un evento de gran éxito actualmente: Café Scientifique Guadalajara, sitio para pensar y platicar la ciencia (el slogan es mío, la idea de un grupo de franceses, por allá en los sesentas). Una vez al mes, convoco a un científico mexicano de punta, a platicar sobre los temas más intensos de la ciencia: genética, descubrimientos de nuevas formas de materia, vida en otros mundos, vacunas y drogas, el origen del universo, falsas creencias… Otro de los eventos en los que he participado, también para ver a quién llevaba a la cama, es una serie de charlas-taller sobre literatura y matemáticas, en particular sobre la literatura potencial, desarrolladas en una agradable cantina de la ciudad. Así, uno discute temas interesantes en las cantinas. La poesía vuelve a donde pertenece, a los recintos donde mora Diónisos.
Entonces, lo que me agrada de Guadalajara, lo repito, son sus mujeres. Por ellas vale la pena participar en eventos alternativos, llevar a la práctica nuevas ideas, asistir a conciertos de buena música (espacio ideal para compartir sin necesidad de profundizar demasiado), que deberían hacerse en el bosque u otro ambiente natural. Si no hay espacios suficientes, es hora de crearlos, no por un sentido de altruismo o unas ganas cuasi-irrefrenables de llegar al reconocimiento público o hacerse de unos buenos pesos pa` las chelas del sábado por la noche. En verdad, uno hace las cosas por mero egoísmo, por esas ganas de obtener un bien propio, de ninguna manera común. Claro que al desear lo bueno para nosotros, de alguna manera también debe existir en el mundo. Me explico: aún cuando el mundo sólo existe mientras lo veamos, también hay otros ojos posados sobre la misma concepción del universo. Así, compartimos ideas y estructuras desprendidas de éstas.
Si ha de haber un cambio sustancial en cuanto a los nuevos proyectos de escenas alternativas, deberá darse en términos económicos. Ya tenemos el público suficiente, las mujeres sorprendentes, las cantinas y los bares. Ahora es necesario, además del gusto, remunerar de mejor manera a los alternativos, quienes hemos ido haciendo las cosas por otros medios y motivos, casi nunca el económico. Pero viene la contraparte: yo hago este tipo de eventos para conseguirme una chica linda porque no tengo dinero; si tuviese suficiente o más bien sobrado, creo que iría directamente a invitar a la cama a una dama del Candy`s, Gina`s o Lipstick. La verdadera revolución comienza entre las sábanas.

Muda moneda

¿Qué es mejor, callar
o convencer?
Fuera del Recinto La Esperanza, muchas
coronas de flores: ha muerto un gran hombre.
Las mujeres inician el novenario mientras
sus maridos callan por temor, miedo a
ser escuchados, descubiertos por la parca.

La despersonalización obedece a un sentimiento
generacional, posmoderno, diría Caraco.
El individuo ha de fundirse a favor
de las masas, del bienestar común, de
las vidas prometidas en el más allá.
Todo es una falacia; si
miento es sólo por salvarme.

Es curioso cómo uno ha de abandonar
el mundo para encontrarse.

Huele a muerte, a heces fecales: posible
luminiscencia del E. Coli.
Escucho murmullos: una
pareja cogiendo en la habitación del frente.

Un niño forcejea con el teléfono; por
más que intenta, no recupera su moneda.

1 comentario:

  1. ¿Ha llegado el momento de desnudarse? Déjame te ayudo un poco más, si tuvieras dinero seguirías haciendo los eventos, sólo por el gusto de llevarte a la cama cuerpos con el cerebro a tu medida.
    ¿O no?

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