17 de septiembre de 2006

Fuera

Entre ser ciudadano del mundo y vivir en el extranjero hay una gran diferencia. El ciudadano del mundo, por lo general, vive a lo más 5 años en una ciudad, en un país, en un continente; al menor pretexto cambia de vida y lugar de residencia. Por otro lado, el que vive en el extranjero por lo general no conoce más que su pueblo natal y aquel que ha decidido o se ha visto orillado ha llamar casa. El del mundo, sin tener residencia fija, lleva al hogar en el corazón; el extranjero traslada su cuna a su tumba: el hogar se vuelve una trasposición de sitios.

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