3 de noviembre de 2006

Séptima de Beethoven

La primavera en Melbourne es lánguida. Acaso se sienta intimidada por el otoño de las otras latitudes. ¿Cómo florecer cuando al norte los cielos se tiñen de rojo? El cielo duda si dejar pasar al sol o conservar su gris invernal. Hay días –apenas uno o dos por semana– en que el verano dice aquí estoy, es hora de salir a la calle, ir a la playa, caminar por el parque, mientras el resto de la semana transcurre en la indecisión por volverse verde. Parece el clima apropiado para ir a escuchar la 7ª de Beethoven en Hammer Hall, a unos pasos del río.

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