26 de mayo de 2007

Sombras

Es fascinante cómo nuestro pasado moldea la manera en la que percibimos al mundo. Si un hombre vivió su infancia en una cueva, ¿puede salir y ver los objetos que daban forma a las sombras allá dentro?

El pasado también es nuestra sombra, pero una guasona y siniestra que gusta coquetear con el presente tembloroso. El pasado es un cobertizo en el que uno ha perdido las pinzas para comer langosta. El cielo va cayendo. Las calles sangran. La vida se va desvaneciendo.

Sólo en el equinoccio existe el presente. En ese único momento la sombra desaparece bajo mí. De pie frente al mar que me separa del continente, miro hacia atrás y a ambos lados: no veo más que un eterno vacío llamado realidad, un presente infinito que no se deja alcanzar.

Pero siempre hay una cueva con un hombre dentro, una fotografía nunca tomada, un viaje y un encuentro que jamás se pudieron dar. Allá adentro, sólo hay sombras. El universo desaparece si uno ya no mira. El hombre de la cueva enciende un cerillo y contempla su reflejo en una piedra húmeda. Entonces, sólo entonces, al ser conciente de las sombras, se vuelve dueño de su ser.

Publicado en La cultura en occidente

1 comentario:

  1. Lindo texto, y muy cierto.
    Regresaré a seguirte leyendo.

    *Gina Halliwell*

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