16 de mayo de 2007

Ficcionar la ciencia

A veces, la realidad le queda corta a la ciencia. Por eso, de vez en cuando hurga entre los cajones del subconsciente colectivo, en el conjunto de sueños y visiones de la humanidad. Entonces pide prestados conceptos e ideas que le son ajenos y, entre el descubrimiento de algo nuevo y la admiración por lo existente en otras áreas, como el cine o la literatura, da nacimiento a una nueva idea que, a lo largo del tiempo y después de varios revoltijos y sacudidas, se va colando en la vida diaria.

Es entonces cuando los entes normales, como tú o yo nos preguntamos: ¿a poco de veras existen los extraterrestres? ¿Se parecerán a nosotros? ¿Estamos solos en este universo o somos parte de un multiverso, bolsillos dentro de un pantalón de alguien más? Y también fantaseamos con un mundo mejor, con una reivindicación de la humanidad después de una gran catástrofe, en la convivencia pacífica con mutantes, súper héroes y máquinas inteligentes.

Acaso uno de los primeros sueños del hombre haya sido volar y, aún más, viajar al espacio y tocar la luna o el sol, en un principio y, después de sabernos un punto pequeñísimo en el universo, ir a otras galaxias. Ícaro quiso volar y tocar el sol; Cyrano de Bergerac, a mediados del siglo diecisiete, en un libro divertidísimo y quizá el primero en su tipo, narra un viaje a la luna; después llegó Julio Verne y, 7 años después de la invención del cine, Georges Méliès filma la primera película de ciencia-ficción: Viaje a la luna.

No cabe duda que una de las mejores formas de viaje actuales está en el cine, sobre todo cuando se trata de ir al espacio: Stanley Kubrick nos llevó a Una odisea espacial, de la mano de la computadora superinteligente Hal; también lo hizo Tarkovsky en 1972 y Soderbergh en 2002 con Solaris, basados en una novela de Stanislaw Lem. Y, ¿quién no recuerda La Guerra de las Galaxias y StarTrek, películas en las que extraterrestres y humanos viajaban y convivían como si estuviesen en el Mercado Libertad?

Vivimos una época de posible transición entre la ciencia ficción y la ciencia. Hoy en día es posible volar al espacio con VirginGalactic o viajar a 500 kilómetros por hora en el tren de alta velocidad TGV en Francia; en Japón ya es posible comprar robots que ayudan en el hogar con tareas básicas, justo como lo hacía el Hombre Bicentenario creado por Assimov y personificado en la pantalla por Robin Williams. Lo que antes fueron sueños parece estarse volviendo realidad; lo que antes sólo el cine mostraba, ahora es posible vivir en carne y hueso.

Quizá lo más increíble e impactante para el hombre será descubrir vida en otros planetas. Quizá sea necesario irnos haciendo a la idea porque recientemente nos han dado la noticia del descubrimiento de un planeta a 20 años luz que gira alrededor de la estrella Gliese 581 y que bien podría ser habitable. Acaso la familia del Señor Spock todavía esté por ahí y sea posible llevar la serie de televisión a la pantalla grande no con actores sino con los personajes verdaderos. ¡Vaya usted a saber lo que nos depare el futuro, la ciencia y el nuevo cine!

Publicado en RevistaCinespacio, mayo

3 comentarios:

  1. Anónimo7:07 a.m.

    Si no hay vida en otros planetas, ya podemos ir inventándola, porque éste no nos durará para siempre.

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  2. Pero...¿llegaremos con tiempo a nuestra cita con el futuro?

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  3. Hola,
    Muy interesantes los temas de tu blog. En esta entrada dices algo que rara vez reconocen los científicos, y es que a veces toman ideas o conceptos prestados de áreas que en muchos casos tienden a menospreciar, como el cine y la literatura...demostrando así que la imaginación no sirve únicamente para alimentar sueños inútiles.

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