Ha vuelto la primavera, con sus vientos caprichosos y juguetones rayos de sol entre los árboles. Ha vuelto la luz y las conversaciones de las aves a las horas adecuadas. La noche se ha replegad a las trincheras; la lluvia ha comenzado a coquetear con las alcantarillas; una familia de aproximadamente 15 patos cruza por la acera rumbo al lago.
Sin embargo hay unos cuantos que se han ido: Pavarotti y Bergman, la voz que parecía eterna y la luz que se encontraba en una pupila precisa, respectivamente. ¿Qué será de nosotros cuando el último de la generación se marche? Sabemos, aunque no tenemos una prueba exacta sino mera experiencia, que el sol saldrá mañana, aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que el sol no brillaba.
Eran los primeros años de la época de Ensoñación para los aborígenes australianos. En ese tiempo una hermosa chica decidió abandonar a su grupo porque los Ancianos no le permitían casarse con el hombre al que amaba. Cuenta la historia que ella se fue lejos y se escondió en una tierra seca, rocosa, sin comida, agua o un buen espacio para dormir. Aun cuando cansada, hambrienta y con sed, estaba decidida a no volver. Luego vio que los hombres de su grupo
venían a buscarla. Corrió y corrió hasta que no pudo más y cayó rendida, a punto de morir. Fue entonces que los espíritus ancestrales decidieron brindarle un sitio seguro y tranquilo en el cielo. Allí encontró alimentos y reposo. Pasó el tiempo e hizo del cielo su casa. Su disgusto con los de su grupo se volvió preocupación por ellos, al verlos trabajar en la oscuridad, con frío por no poder encender un fuego sino hasta pasada la jornada de trabajo. Así que decidió darles algo de su fuego, hacerlo tan grande que pudiese brindar calor a su gente allá abajo. Al ver que el calor del fuego y la luz que les brindaba era agradable para ellos, decidió volverlo costumbre, hacerlo jornada y apagarlo durante la noche, dando la oportunidad a los hombres de encender su propio fuego y sentarse alrededor de él. Así es como el sol llegó a ser. ¿Qué será cuando el gran fuego ya no prenda?
Publicado en El Occidental
Sin embargo hay unos cuantos que se han ido: Pavarotti y Bergman, la voz que parecía eterna y la luz que se encontraba en una pupila precisa, respectivamente. ¿Qué será de nosotros cuando el último de la generación se marche? Sabemos, aunque no tenemos una prueba exacta sino mera experiencia, que el sol saldrá mañana, aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que el sol no brillaba.
Eran los primeros años de la época de Ensoñación para los aborígenes australianos. En ese tiempo una hermosa chica decidió abandonar a su grupo porque los Ancianos no le permitían casarse con el hombre al que amaba. Cuenta la historia que ella se fue lejos y se escondió en una tierra seca, rocosa, sin comida, agua o un buen espacio para dormir. Aun cuando cansada, hambrienta y con sed, estaba decidida a no volver. Luego vio que los hombres de su grupo
venían a buscarla. Corrió y corrió hasta que no pudo más y cayó rendida, a punto de morir. Fue entonces que los espíritus ancestrales decidieron brindarle un sitio seguro y tranquilo en el cielo. Allí encontró alimentos y reposo. Pasó el tiempo e hizo del cielo su casa. Su disgusto con los de su grupo se volvió preocupación por ellos, al verlos trabajar en la oscuridad, con frío por no poder encender un fuego sino hasta pasada la jornada de trabajo. Así que decidió darles algo de su fuego, hacerlo tan grande que pudiese brindar calor a su gente allá abajo. Al ver que el calor del fuego y la luz que les brindaba era agradable para ellos, decidió volverlo costumbre, hacerlo jornada y apagarlo durante la noche, dando la oportunidad a los hombres de encender su propio fuego y sentarse alrededor de él. Así es como el sol llegó a ser. ¿Qué será cuando el gran fuego ya no prenda?
Publicado en El Occidental
No hay comentarios.:
Publicar un comentario