25 de octubre de 2007

Columnas de polvo



a P Coba


Somos polvo, acaso tierra o arcilla, cal o arena, pero seres de constitución terrestre, de facciones cual laberintos en jardines encantados y planicies desde donde el oprimido se lanza en grito de lucha. Yo soy casi nada. Quizás la serpiente con el elefante dentro o el planeta que gira y gira para alumbrar a su flor. Pavimento, llantas sobre concreto y un calor asfixiante se desprenden del asfalto. ¿Dónde la libertad cuando el sueño ya no tintinea en la memoria?
La ciudad es un organismo complejo, de auto-adaptación constante y morfologías caóticas. Un claxon suena, luego otro y de repente la histeria colectiva se infiltra por la ventanilla. Yo, lector, me veo en los ojos de un exiliado voluntario, un huésped de Terra Nulis. Tú, escritor, me contemplas desde tu guarida, tu refugio apodado intelecto pero que no es sino un cuartel al sentimiento. Las sabiondas se quedan solas, solía decirte tu abuelo. Ahora, sentada en una banca de Hyde Park, piensas en la posibilidad, en el mero intento del quizás. No. No pudo ser. Acaso pero no. Un autobús a toda marcha te vuelve la mirada a la página cifrada, al laberinto de conciencias que se forma al entrelazar pensamientos de, a lo menos, dos seres humanos.
Sin embargo la tierra, mezclada con los elementos precisos y un poco de agua, se enfrenta al fuego y, en lugar de salir huyendo, se fortalece y vuelve rígida, inquebrantable. A lo lejos, una columna ondea entre sus propias sombras. Dentro de la Selva Chiapaneca, las guacamayas parlotean sin cesar. Y, no es truco estilista, como diría Stig Larsson, agradecer a Coba por el uso de la frase corta y el punto sencillo para luego, simplemente, cortar toda explicación…

Publicado en El Occidental

1 comentario:

  1. Anónimo2:08 a.m.

    Tuve un sueño paralítico
    donde la realidad era una suma de órdenes
    y no sabía, no podía obtener la respuesta
    del movimiento fluído

    ResponderBorrar