18 de noviembre de 2007

El desayuno de los campeones




¿De dónde el vacío que se apodera de las almas solas? Guardado estaba en un cofre sin cerradura o envuelto de terciopelo negro sobre la mecedora. ¿De dónde el silencio que se vacía en los cuerpos abandonados de dulzura? Acaso una avalancha desde la montaña más alta de los Pirineos o una cueva en el desierto de Sonora conserven la memoria de los rostros que han dejado de mirar; de las piernas que ya no andan por más que la prisa las carcoma; o los ríos, acaso riachuelos o arroyitos que fueron pero ya no más.
Hoy recuerdo a Norman Mailer, Kurt Vonnegut, Ingmar Bergman y Martin Kruskal.
¿A dónde van los hombres que ya no están pero cuyo recuerdo permanece con nosotros? Un libro, un pensamiento fantástico o atrevido; la luz, la bellísima luz de la Isla de Faro; los solitones y transformadas de ecuaciones no lineales. Si la belleza persiste y el nombre se vuelve, si no eterno por lo menos duradero, ¿qué es del esqueleto que transportaba al pensamiento?
Al escribir esta nota me llega la imagen de Dalí, ya enfermo, viejo pero con la misma sonrisa sarcástica de siempre, el bigote engominado y Gala, siempre Gala a su lado, incondicional después de haber abandonado a Èluard, el poeta que supo rehuirle al surrealismo para incursionar en la poesía de veras, la que habla de la vida y sus 4 historias principales: muerte, amor, sexo y dinero, según Peter Greenaway, justo como lo hicieran Mailer y Vonnegut y Bergman y Kruskal, cada uno a su manera, acaso el último de una forma más distante, a través de la belleza de las matemáticas y el asombro por los patrones que, de vez en cuando, nos revela la naturaleza, pero todos ellos con un profundo amor a la vida y a la belleza, sea cual fuese su manifestación primaria.
Yo no entiendo un carajo. Se han ido y nos hemos de seguir yendo, cada uno a su propio ritmo. Pero, cuando todos nos hayamos ido, ¿quién quedará para garabatear a la memoria y recordarle que el vacío está allá a lo lejos, fuera de la isla pero no en el continente? ¿Quién desandará los pasos de los que ya no andemos e incursionará en el Desierto Rojo y se sentará a la sombra de un eucalipto a descansar y leer, plácidamente, El desayuno de los campeones?

Publicado en El Occidental
Foto: Nel ten Wolde

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