13 de mayo de 2008

Deuda

Tengo una deuda pendiente con el lector que no conozco, con el cibernauta que acecha tras la ventana de un mundo imaginado, con mi conciencia que me recuerda la posibilidad de un mundo sin mi.
Cada mañana me miro al espejo (acaso un irremediable narcisimo me aqueja) y me pregunto si el mundo aun existe, allá afuera, sin mi. Después de despabiliarme un poco, tomar un par de tazas de café y prepararme unos huevos estrellados con dos rebanadas de tocino y unas mas de jitomate, salgo al mundo, solo por unos segundos. Me refugio en el Falcon y luego, al llegar a la universidad, tras la pantalla del mundo virtual, del mundo imaginado porque ya existia, o acaso no, del mundo real porque lo pensamos, o porque ya existia, acaso no.

Después de meses aletargado, me asalto y me digo: no chingues, síguele, adelante. Aunque los ojos quieran cerrarse y la espalda se arquee de más, el mundo siga y los sueños ya no tengan tiempo para seguir esperando, muevo la mayoría de los dedos sobre el teclado, deslizo los pensamientos que se vuelven pixeles o unos y ceros. Así, de nuevo aquí, escribo las ficciones de la realidad, el miedo de los dias que se extinguen y las viscisitudes de la indolencia que ya se ha apaciguado de más.

Me prometo, lector, volver por aquí, tan a menudo, si es posible diario, como me sea posible.

No un adiós sino hasta luego.

P.S. Será que los extraterrestres ahora sí están más presentes de lo que pensábamos, con eso de que la Iglesia Católica ha dicho que pensar en ellos no es ir contra dios?



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