Aun cuando declaro que Savater y sus lectores no valen mas que pura madre, me animo a decir que el wey este no estaba tan errado en sus estudios académicos. Fernando hizo su tesis sobre Cioran, el viejito húngaro-parisino que me mostró el consuelo del suicidio para seguir aferrándose a la vida en mi ya adolescencia postergada. Y, de una de esas entrevistas que Savater hizo a Cioran cuenta cómo, a pesar de la acidez, amargura, ironía, cinismo, sátira y demás adjetivos cuasi-negativos para estúpidos creyentes en la superación personal, el viejecito era una persona muy afable, sonriente y amable. A lo que voy: si E. M. me mostró eso a un tiempo, ¿por qué no sigo de esa manera si es como creo puede ser posible mi andar por la isla? Proclamo y enaltezco la acidez en las letras sin importar quién pierda o gane. La tragedia ha de derribar a todo el puñado de hombres insignificantes. Al final, parado en la cumbre de la montaña, quedará Soroastro -de nuevo referencia de adolescente con los maristas. Cabe mencionar que, el libro de los pregones de Sorastro tuvimos que hurtarlo de la biblioteca porque, en ese entonces, había censura sobre lo que era posible leer.
Hola,
ResponderBorrarSoy otro fan de Ciorán.
Tu blog está muy interesante!
sigo, leyendo...
Sísifo
El Mito de Sísifo