25 de junio de 2007

6 grados de libertad

A veces, me siento como dentro de una película. Unas cuantas como actor principal; muchas otras como extra. Actúo como si la trama hubiera sido escrita por Paul Auster o dirigida por Stanley Kubrick. Miro a los edificios medievales y a las personas de barba larga alrededor. Esto no puede ser realidad. ¿o si? Ya se lo preguntaba Truman Burbank: ¿será que hay algo más allá, afuera de este pueblo idílico? ¿Las personas del pueblo, siguen patrones definidos por un director? ¿es verdadera esta felicidad? Claro que la mente humana -¿es necesario especificar? ¿hay otro tipo?- puede confundirse y doblar la realidad. O acaso enfocarla, pulirla a su manera. Hay quienes viven en su isla y nunca salen de ella: van por la vida como si no existiese mundo más allá del final de la pradera. Otros, en cambio, van de punta a punta del globo, de aeropuerto en aeropuerto, cruzando mares y visitando continentes.

Vivimos en un “mundo pequeño”, de eso no hay duda. A los tapatíos nos gusta decir: “Guadalajara es un pueblote. Aquí todo mundo te conoce”. ¿Cuántas veces no iniciamos una conversación y, a los pocos minutos, nos damos cuenta que tenemos un amigo en común? Curiosamente este no es un suceso único en Tapatilandia. Hay quienes afirman que entre dos personas desconocidas siempre hay 6 grados de separación; esto es, entre Mila Jovovich conoce a alguien que conoce a alguien que… yo conozco. Sólo 6 intermediarios entre los dos, a lo más. Maravilloso, ¿no?

En 1929, el húngaro Frigyes Karinthy publicó el cuento titulado “Cadenas” dentro del libro “Todo es Diferente”. Karinthy creía que el mundo moderno se estaba encogiendo debido a la creciente conectividad entre los seres humanos. Debido a los avances tecnológicos, las redes humanas van creciendo y alcanzando lugares más lejanos. Hoy día es posible despertar en Melbourne e ir a la cama en Guadalajara el mismo día, debido al cambio de horario.

Pero fue hasta 1967, después del experimento de Stanley Milgram, cuando se acuñó el término “6 grados de separación”. Sus resultados mostraban que, los gringos están conectados, en promedio, por 6 personas conocidas. El término se volvió popular, al grado de crearse índices de separación entre diversos actores y Kevin Bacon o matemáticos y Paul Erdös. Y claro, como suele pasar con la realidad, fue necesario ficcionarla, darle un carácter cinematográfico, proyectar el mundo sobre el lienzo bidimensional de formato grande. Y en ello participaron Will Smith –en uno de sus primeros roles–, Ian McKellen y Donald Sutherland, entre otros.

Y a la ciencia, ¿esto qué? Pues parece que el paradigma moderno es “Todo lo diferente tiene algo parecido”: cadenas alimenticias, redes neuronales, internet, redes energéticas y actores de Bollywood. Al menos eso creen algunos científicos, como Steven Strogatz, quien dio una charla la semana pasada sobre estos temas, en L`Ametlla de Mar, Cataluña. ¿Cuántos grados nos separarán a nosotros dos, lector?

Omar Rojas

orojas@gmail.com

Cambridge, Inglaterra

Columna Cineciencia en Revista Cinespacio

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