26 de junio de 2007

En medio del tiempo

A veces, me siento como dentro de una película. Unas cuantas como actor principal; muchas otras como extra. Actúo como si la trama hubiera sido escrita por Paul Auster o dirigida por Stanley Kubrick. Miro a los edificios medievales y a las personas de barba larga y sotanas caminando por los jardines. Esto no puede ser realidad. ¿o si? Ya se lo preguntaba Truman Burbank: ¿será que hay algo más allá, afuera de este pueblo idílico?, ¿es esto real? Claro que la mente humana ¿es necesario especificar?, ¿hay otro tipo? puede confundirse y doblar a la realidad. O acaso enfocarla, pulirla a su manera. Hay quienes viven en su isla y nunca salen de ella: van por la vida como si no existiese mundo más allá del final de la pradera. Otros, en cambio, van de punta a punta del globo, de aeropuerto en aeropuerto, cruzando mares y visitando continentes.

La película de la que hablo bien puede situarse en la edad media, en la época de reyes y princesas, caballeros con espadas largas para luchar contra dragones y brujas de magia blanca o negra. Supongo pensarás en Harry Potter o en Calabozos y Dragones. Pero también, en la misma época, filósofos y teólogos ocupados –o más bien inventando– la ciencia. Newton, el más grande de ellos. La película no es más que el movimiento incesante del tiempo. El Instituto Newton, donde hoy me encuentro, es una prueba del amor a la sabiduría, a la permanencia y evolución en el tiempo. Ahora, justo ahora, entiendo…

Cambridge, Inglaterra

Publicado en El Occidental

1 comentario:

  1. la idea, es sencillamente brillante " estar dentro de na película", Dios el director....el tiempo una imagen móvil del universo.

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