19 de agosto de 2007

Cantos chinos

Sabes todo es finalmente

sólo una deshabitud incesante a morir y a lactar.

Stig Larsson



1.

Nada de cuentos chinos: ni Borges ni

Lao-Tze; travesías de aproximadamente cinco mil

kilómetros, eso sí. Miro al mundo vuelto bits,

reconstruido y reconstituido mediante señales eléctricas.

No hay dolor ni gozo extremo. Televisión y Zoloft, na-da-más.

Si la mira del telescopio apuntara siempre a donde

mismo, ¿dejaría de ser único? Suspendidas en la ne-

gra oscuridad de un beso, sueñan con la tierra roja,

la montaña árida y los arbustos escarchados del país

que siempre dice: ¡qué chingón soy!

Míralas, allí nomás; cientos, acaso miles. Pero, ¿de

dónde la sincronía?

Amaneció.

2.

Estúpidamente sosegada, casi inmóvil. No sé

quién soy. Escucho ruidos, ¿voces quizás? Afuera

todo es transparente, apenas mancillado por él.

Siempre –absurdo recurso de la memoria para apaciguar el dolor.

Siempre –instante de cuatro patas que ronda entre las hojas de eucalipto.

Acaso mañana. Sí, mañana sí.

Dicen que el viaje es largo pero yo les digo: si no es a

viajar, ¿a qué venimos? Emprenderemos el viaje uno de

estos días. No todas están listas; no todas llegarán.

Volaremos sobre el reflejo de los días, en la tierna ausencia

de la Luna otoñal. Nadie tiene el

mapa exacto; sin

embargo… ¿sabremos, en verdad sabremos, a dónde llegar?

3.

Para muchos, una sombra; sólo para unos cuantos fuimos

de verdad. Viramos en espiral desbarajustada. El centro

era hueco; el frío canadiense había quedado atrás.

Vivimos gracias a la muerte. Somos un esquema: re-

petición de la memoria genética. ¿Gaia quizás?



A publicarse en libro Mariposario de Ediciones Papalotzi.

2 comentarios:

  1. No creo que vengamos a viajar, más bien somos el viaje.

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  2. Hola: interesante tu blog, me ha gustado mucho lo que escribes, te envio un saludo desde la ciudad de Mérida Yucatán México.

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