Lo que pasa es que habemos hombres
forjados con metales ligeros.
Pasados unos cuantos años, la cuchara
pierde su molde.
La aleación de la que estamos hechos
cae a veces en una descomposición vil:
la ilusión de una vida no vivida hace
que la vida vivida sea más difícil vivir.
Pura pinche hojalata oxidada queda.
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